Páginas

jueves, 17 de junio de 2010

Sal de aquí...



Una vez más siento esta opresión en el pecho, que sin más no me deja respirar, me quita el sueño, me deja rendida ante la nada. ¡Sal de aquí! Te grité una vez, y no hiciste más que acercarte y seducirme. Y es que sabes exactamente como hacerme bajar la guardia, como desvanecer mi escudo y dejarme vulnerable ante tu mirada. Aquella vez lo hiciste mientras me poseías, hoy aún más ridículo, no estás aquí, es tu recuerdo, tu sombra la que me ata, me seduce y se clava en mi pecho.

Estoy nuevamente derrotada ante tu presencia, ante tus ojos negros, como tu alma, que aún cuando no los miro físicamente, recuerdo cómo me miraban y me estudiaban sin que yo pudiera hacer nada. Esa mirada me despojaba de mi vida, y la hacía tuya. Ya no sé ni qué escribo, ni por qué lo hago.... ¿Es que acaso no eres sólo un recuerdo? Simplemente son frases, oraciones sueltas al aire... Necesito que salgas de aquí... ¡ya no puedo más!

No tiene sentido nada de lo que escribo, porque te siento zumbar en mi cabeza, exhalando tu aliento en mi oído, posando tus manos en mi cuerpo, y me entrego de nuevo, me dejo seducir.

¡SAL DE AQUÍ!

¿Qué hago? ¿Cuántas veces te miré y me dije a mi misma: "¡nunca dejes que tu alma se convierta en eso! Pero al final del camino me doy cuenta que por mucho que dejé que fueras dueño de mi cuerpo, me infectaste con ese virus de la indiferencia, del rencor, del odio... Todas esas armas que alguna vez, cuando ya me habías despojado por completo de las mías en una habitación oscura, utilizaste en mi contra, las disparaste sin más, y entonces sólo tenía por compañía las lágrimas que caían de mi rostro, mientras te desfigurabas y tus encantos desaparecían, y te convertías en aquel demonio del que intentaba exorcizarme ya sin fuerzas... Del que una vez más intento exorcizarme... sin fuerzas.

Déjame entonces en paz, y sal de aquí, no me hagas cometer con los demás los errores que cometiste conmigo, déjame buscar el antídoto del veneno que derramaste sobre mi cuerpo, y que llegó hasta lo profundo de mi alma y ahora me condena a muerte. ¡Déjame encontrarlo antes de que sea demasiado tarde! Si alguna vez me quisiste, si alguna vez te importé, si queda al menos una pequeña parte de lo que alguna vez fuiste, aquel hermoso ángel, lleno de amor y de bondad... ¡Sal de aquí! Antes de que me consuma por completo en tu recuerdo y caiga rendida entonces para perderme para siempre en la soledad a la que me condenaste cuando poseíste mi cuerpo por primera vez.

__________

Imagen de aquí

3 comentarios:

  1. Wow, un relato muy intenso. Muchas veces esos demonios siguen presentes, algún tiempo más, rondando, sin darse cuenta que el exorcismo ya dio resultado, pero se niegan y luchan por seguir usando ese cuerpo que una vez fue de su posesión.
    Buen post.

    ResponderEliminar
  2. Toda la razón, la cosa es aprender a resistirse, antes de caer de nuevo en sus juegos.
    Gracias amor, besos...

    ResponderEliminar
  3. Este me encantó kari... Todos los anteriores me guastaron mucho pero éste... éste es uno con el que cualquiera pueda identificarse tan fácilmente... Excelente post d verdad te lo digo!

    ResponderEliminar